26.9.09

Joyas del gótico flamígero leonés

[Tríptico llamado El Resplandor, autor desconocido]

Ayer el país se vio invadido por oleadas contradictorias de sentimientos. Y es que se nos golpeó con la fotografía de la familia Zapatero con los Obama. Premio Pulitzer para ese fotógrafo ya, por favor: no sólo ha captado expresiones inequívocas en todas las personas (Obama tiene lágrimas en los ojos, parece pensar que es lo mejor que ha visto en muchos años), también en las niñas, que están pensando que esto de las fotos es un coñazo. Mis compañeros de trabajo ya se han metido conmigo, dicen que soy intolerante porque me parece mal que sean góticas. En absoluto. Si ellas quieren ser góticas son muy libres, pero si eres gótica y tu papá es presidente del gobierno y sales de viaje con él, te arriesgas a convertirte en protagonista a tu pesar del cuento El traje del Emperador.

Bajo el microscopio todas las familias son Los Adams, con sus disfunciones y sus esqueletos en el armario. Zapatero no es una excepción, y al final le ha caído como le ha caído a otros presidentes. No conozco a esas niñas, no sé sus nombres siquiera, y como yo, el 99% del país. Los Góticos no me provocan emoción, me parecen una opción de vida como otra cualquiera. ¿Por qué entonces no dejaba de reirme cuando he visto la foto? ¿Por qué se han inundado entonces los buzones de correo de todas la oficinas de España con variaciones a cada cuál más estrambótica de la foto de familia? Eso dice algo del país, y es lo que me intriga. Sólo se me ocurre que seguimos siendo unos salvajes que pasamos de lo políticamente correcto, y nuestras ganas de carnaval se manifiestan en que todo lo vemos desde una lente deformada. Y eso transforma la fotografía en una caricatura. También indica que hay mucha gente cabreada porque cuatro millones de parados y pocas perspectiva de mejora te hace preguntarte qué hace ese fantoche en realidad para sacarnos, aparte de pedirle a Helena Benarroch que diseñe túnicas negras para las niñas (esto es sólo una sospecha por la limpieza del corte, no un dato contrastado).

Tengo fotos en casa de bodas a las que fui con mis padres cuando era adolescente, esa época gótica en si misma por los horrores que uno tiene que pasar. Y no son mucho mejores: vistas en retrospectiva uno piensa "¿Pero cómo estaban mis padres tan tontos que me dejaban salir así a la calle"?. Dentro de unos años es muy posibles que ellas vean estas fotos igual, y desde ese punto de vista siento por ellas que les haya caído encima todo esto, porque no tiene culpa de nada. Pero si salimos del estricto ámbito familiar, el ciudadano medio español (al menos yo) tiene problemas para deslindar la estricta labor política de este señor del vaudevil en el que parece convertir todo lo que toca, y esto es una gota más en el vaso de sus ridiculeces. Igual es que soy muy clásica en mis concepciones de lo que es la autoridad porque me parece que uno no sólo debe ser una figura de poder, sino también parecerlo. No sé, sacadme de mi error alguno.

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